martes, 17 de diciembre de 2013

Ferias del Libro Anarquistas: Reflejo e impulso del movimiento libertario

En los últimos años hemos podido ver cómo han ido surgiendo en muchas ciudades ferias y encuentros en torno a la edición y distribución alternativa, y cómo muchas de estas se han afianzando. Este tipo de espacios permiten, por un lado, visibilizar y compartir un material contracultural y político y, por otro, potenciar el encuentro y el debate colectivo. Sin embargo estos objetivos no siempre se consiguen, ya sea porque la visibilidad se reduce al entorno de quienes la organizan y/o porque los debates respondan más a las inercias o modas militantes del momento que a un interés real por debatir. Las ferias del libro anarquista y similares se han considerado muchas veces como un reflejo de la salud del movimiento. Por todo ello hemos querido hacer un repaso desde los orígenes de este fenómeno hasta la situación actual.
Las primeras ferias del libro
Al tratarse, muchas veces, de actos espontáneos en festividades locales o en consonancia con otros actos (rifas, espectáculos, etc.) es difícil hacer un seguimiento histórico, podríamos remontarnos incluso a la época romana, donde el comercio del libro comenzó a tener vigor. Pero no es hasta el siglo XV que se retoman y conforman realmente las ferias del libro, favorecidas obviamente por la invención de la imprenta y el auge de los libreros. En esta época aparecieron en Europa también vendedores ambulantes de libros y se fue adoptando la costumbre de adquirirlos. Inicialmente la promoción y venta de libros se daba dentro de las ferias mercantiles y agropecuarias, que se trataban de encuentros de mercaderes en fechas fijas en lugares señalados; hasta que se consolidaron ya como ferias especializadas en libros y productos editoriales. Espacios que además de estimular el mercado editorial significaban un punto de reunión entre libreros e impresores.

En el estado español, la primera feria del libro de carácter institucional fue la Feria del Libro de Madrid que se celebró en abril de 1933, conmemorando el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, que venía siendo la de la Fiesta del Libro –anteriormente Día del Libro–, organizada por la sección de librería de las cámaras oficiales del libro de Madrid y Barcelona. Cabe enmarcar este acontecimiento en todo un proceso que se inicia en 1900 con la creación en Barcelona del Centro de la Propiedad Intelectual y con la fundación el año siguiente en Madrid de la Asociación de la Librería de España, editora de la revista Bibliografía Española. De esta asociación y del Centro de la Propiedad Intelectual acaban naciendo en 1922 las cámaras oficiales del libro de Madrid y Barcelona. Hay que precisar que éstas son entidades privadas cuya perspectiva es básicamente comercial. El Estado, por su parte, crea en 1920, en el marco del Ministerio de Fomento, el Comité Oficial del Libro, y tras su reestructuración, en 1922, actúa de forma coordinada con las cámaras oficiales del libro.

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