sábado, 28 de diciembre de 2013

San José de Apartadó: Navidad entre zozobras

Nuevamente nuestra Comunidad de Paz eleva un clamor de urgencia ante el país y el mundo por nuevos hechos de agresión que nos afectan:
—Lo acontecido el 18 de noviembre de 2013 cerca a nuestro asentamiento de Arenas Altas no deja de producirnos profundos interrogantes e inquietudes. En primer lugar, la desaparición de siete personas a manos de una estructura paramilitar que había tenido una prolongada presencia en el lugar, llevó a descubrir también que las FARC había reclutado de manera escandalosamente irresponsable a cinco menores de edad a quienes les había entregado armas que ellos no sabían manejar.
Sólo uno de esos menores había vivido hasta pocos días antes en uno de los asentamientos de nuestra Comunidad de Paz, y voluntariamente decidió retirarse de nuestra Comunidad; los demás pertenecían a familias que no han hecho parte de la Comunidad.
El 18 de noviembre de 2013 esos cinco menores y además un adulto y otro menor que nada tenían que ver en el conflicto fueron privados de su libertad por los paramilitares y trasladados inmediatamente a uno de sus campamentos permanentes que, al parecer, fue el de Pueblo Galleta, en cercanías de Nuevo Antioquia. Los disparos y explosiones escuchados por algunas de las familias en la vereda, hicieron creer que su asesinato era inminente o ya se habría perpetrado contra civiles, lo que hizo que se activaran las alarmas acudiendo a nuestra Comunidad de Paz.
Nuestra Comunidad de Paz organizó rápidamente una peregrinación a la vereda de Arenas Altas con cerca de 50 personas pero no pudieron hallar a los victimarios. Al día siguiente varias familias de los menores fueron contactadas por instituciones del Estado para que se dirigieran hacia Turbo donde supuestamente los paramilitares iban a entregar a los menores.
Ya en Turbo, los familiares de los menores y algunos representantes de instituciones del Estado: Defensoría del Pueblo, Procuraduría Regional, Personería municipal y Bienestar Familiar se embarcaron en una buseta hasta el corregimiento de Currulao. Allí los esperaban unas lujosas camionetas escoltadas por hombres en motocicletas, todo al parecer perteneciente y coordinado por la estructura paramilitar.
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