domingo, 26 de julio de 2015

La Revolución de Rojava: algo por lo que merece la pena luchar; una lucha con la que merece la pena solidarizarse

El 17 de Mayo, las fuerzas militares del Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) capturaron Ramadi, Irak, y con ella otro gran número de existencias de armamento moderno suministradas por los EEUU. Seis mil soldados iraquíes entrenados por los EEUU huyeron de la ciudad sin oponer mucha resistencia. Las fuerzas del ISIS eran considerablemente menos y dependientes de las oleadas de los coches bombas para su ataque final. No es dificil de ver el por qué el ISIS ha tenido tanto éxito en establecer la idea de que es una fuerza imparable portadora de la voluntad de dios. 

Pero el mismo día, al noroeste ISIS sufrió una de sus mayores derrotas de manos de las YPJ y las YPG (milicias armadas kurdas de mujeres y hombres) en Rojava, o Kurdistán Oeste, una región autónoma de facto en el norte de Siria.

Estos soldados, a diferencia del ejército iraquí, están casi privados de armamento pesado moderno. En la red circulan fotografías de vehículos blindados auto-construídos, a menudo tractores con cajas de metal atornilladas, que por todos los efectos son idénticos a las armaduras caseras de los anarquistas de los años 30 de la revolución española. Ellos no son rival para el armamento de los EEUU capturado por ISIS.

Una semana antes estuve en Turquía de vacaciones y también fue una oportunidad para quedar con anarquistas turcos y conocer su perspectiva en el aspecto más polémico de la revolución de Rojava, la aparente transformación del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) de ser un partido autoritario, centralizado y militarista, a una fuerza democrática de base popular. Había oído informes de esta conversión desde mediados del 2000 por parte de anarquistas en Turquía y otros anarquistas que visitaban el país, pero inicialmente, no los tomé en serio.

Sin embargo, la repentina aparición y expansión de ISIS cambió esto. Las tropas del ISIS estaban a punto de invadir un lugar llamado Kobane, una ciudad predominantemente kurda en la frontera entre Siria y Turquía. Fotografías, entrevistas, y vídeos que venían desde allí mostraron que muchos de los defensores eran mujeres.

No sólo mujeres, sino mujeres que hablaban de una sociedad alternativa en términos de democracia de base, liberación de género y el medio ambiente. Y, no sólo mujeres posando para la cámara, sino una completa compañía militar de mujeres que claramente sabían como usar sus armas y luchar como una unidad.

Quedó claro que lo que estaba pasando en Rojava era bastante singular. Yo simplemente había esperado una oposición al ISIS que no fuese otro ejército apoderado por los EEUU, algo con una política básicamente democrática. Pronto se hizo evidente, sin embargo, que lo que estaba siendo defendido y aplicado en Rojava estaba más bien avanzado que cualquier revolucionario en Occidente que se encuentra en posición de contemplar.

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