martes, 3 de noviembre de 2015

Las mentiras de Robin Hood



Los poderosos a lo largo historia siempre han entendido perfectamente
la utilidad de la generosidad estratégica como arma para la
dominación. Los cesares derrochaban enormes fortunas para entretener a
la plebe romana. En el Medievo, la nobleza feudal y la iglesia
católica eran los protectores benevolentes de las castas mas bajas.
Durante el renacimiento italiano, los acaudalados banqueros, como los
Medici de Florencia, fueron uno de los primeros en levantar las
banderas del mecenazgo de las artes y las ciencias. Los Rothschild,
los Rockefeller, y los grandes capitalistas del siglo XIX fueron
generosos benefactores públicos. Todos ellos comprendieron el valor de
un obsequio o una donación en nombre del bien general para promover
sus propios intereses.

En la actualidad, la realidad no es diferente. Las mega corporaciones
transnacionales aportan billones de dólares cada año para financiar
actividades con fines benéficos en todas partes del mundo. En la
lista Forbes de los hombres más ricos del planeta también encontramos
a los filántropos más generosos. Las donaciones son una pieza angular
en las políticas publicitarias y de relaciones publicas de todas las
organizaciones con cierta influencia sobre la sociedad.

En el reino de las relaciones sociales, un regalo casi siempre implica
complejos sentimientos de obligación y elevados precios psicológicos.
Nunca viene gratuitamente para el destinatario. Siempre esconden
compromisos ocultos.

La generosidad estratégica apacigua a la gente, distrae a la opinión
pública con respecto a las tretas que los poderes comúnmente practican
y coloca al receptor en posición de deuda. Al dador, esta técnica le
confiere un aire de autoridad paternal y una imagen de bonachón. Entre
los dominantes, el dinero no es utilizado principalmente para comprar
cosas bonitas sino para comprar control sobre los demás. Para
conquistar a las masas, las elites deben cortejarlas con esplendidas
dadivas. Jamás enseñan lo suficiente para que las masas puedan
sobrevivir sin su ayuda.

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